domingo, 16 de noviembre de 2008


La recuerdo, ella era tan buena, tan dulce, tan divertida, que se merece y se ganó a pulso que cada día la recuerde.

Oficialmente, la conocí justo en el momento en el que sacaba la cabecita de entre las piernas de mi madre, ella era la matrona y yo un bebe indefenso. No puedo demostrarlo, pero desde el momento en el que ella poso sus manos sobre mi cabeza para descubrirme mi nueva vida, la quise, lo sentí, no tenía ni un minuto de vida y la quería, lo sentía y pasaron 18 años y la quiero y pasarán otros cuantos años y la seguiré queriendo.

Desde donde verdaderamente consigo recordar, ella estaba allí. Y no podría imaginarme lo pasado sin ella, sin sus tostadas de pan por las mañanas, sin sus nanas, sus cuentos, sin su crema de manos, sin nuestras partidas de cartas, sin sus solitarios, sin sus juegos:

-Sara, quieres que te cuente el cuento de la buena pipa.- decía ella

-Siiiii.- respondía yo con unas ganas locas de escuchar de nuevo sus cuentos

-Yo no te he dicho si, yo te he dicho que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa.- me decía ella riéndose.

-Bo, pero…

-Yo no te he dicho bo, pero... yo te he dicho que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa.- me respondía ella con una carcajada

-¡Pero quiero que me cuentes el cuento de la buena pipa!- le contestaba yo enfadada

- Yo no te he dicho pero quiero que me cuentes el cuento de la buena pipa yo te he dicho que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa

Y así nos pasábamos algunas tardes, disfrutando de nuestra compañía, hasta que su enfermedad comenzó a agravarse, ya no recordaba cual era la frase siguiente del cuento de la buena pipa, ya no recordaba cuales eran nuestros juegos favoritos de las cartas, ya no se acordaba de hacerme las tostadas por las mañanas, ya no se siquiera si se acordaba de que tenia que acordarse de mi...

Siempre quise ser como ella, y conseguir todo lo que me propusiera pensando que nada era imposible y más si estaba con ella.

No puedo demostrarlo, pero ahora, quizá decepcionada, observa desde algún lugar como malgasto mi vida, sin hacer frente a barreras, sin conseguir lo que en algún eufórico momento me propuse, con miedo a todo.

Abuela, diecisiete años sabiendo que estás, como afrontar que ahora ya no te puedo encontrar…


Sara*

PD: Te recuerdo*

viernes, 7 de noviembre de 2008


Hoy me he encontrado aquí, en este sitio, en el sitio donde se tira todo.

Al principio todo estaba oscuro, ninguna luz me ayudaba a ver entre el manto negro que cubría mis ojos. Sabía desde hacía tiempo que este era mi sitio pero hasta que se hizo la luz no quise confirmarlo.

Ese era el peor sitio en el que podía acabar, ni siquiera había empezado, pero ya estaba allí.

No hay paredes, es un espacio extenso e infinito; el cielo está cubierto de unas oscuras y espesas nubes. Miro a mi alrededor y estoy rodeada.

Rodeada de gente, de objetos, de animales, de mierda, rodeada de lo que nadie quiere, de lo que no se usa, de lo que se pierde, de lo que no se quiere llegar a encontrar nunca, rodeada de lo que se tira para siempre.


Pues aquí espero, en el sitio donde se tira todo, que alguien me quiera y me busque, haré lo que sea con tal de encontrarme.